En los tiempos actuales, donde consumimos bajo demanda y tiramos lo que consideramos que no está de moda o no nos sirve, tenemos gran accesibilidad a comprar todo tipo de productos que otros producen, sin realizar ningún esfuerzo por nuestra parte para crearlos. Y no solo en lo material, sino también en el mundo de las ideas y de la información. Nos hemos convertido en consumidores voraces de información, de estímulos externos y de ideas que nos adoctrinan sin darnos cuenta. El pensamiento crítico está desapareciendo con demasiada rapidez y cuando surge, no nace de una mente neutral, sino que suele ser para polarizarnos.

En el caso de la alimentación, cultivar, conservar y almacenar son verbos que la mayoría de los consumidores no utilizamos en nuestro lenguaje habitual, porque hemos crecido con la idea clara de que hay “otras personas” que lo hacen por nosotros.

Sin embargo, recordemos una frase de Kisinger: “controla la comida y controlarás a la gente”. Y aunque en realidad, no podemos controlar lo que los gobiernos decidan hacer, pero si podemos controlar en gran medida, lo que queramos que suceda en nuestros hogares.

Ser meramente consumidoras, nos convierte en personas dependientes del sistema por completo y, por lo tanto, vulnerables a los controles o cambios que el propio sistema quiera hacer sobre la población.

Llega un momento en el que hemos de comenzar a liberarnos de un sistema que solo vela por los intereses de quienes lo crearon, y para ello, el primer paso es abrazar nuestra autosuficiencia en la media de lo posible. Por poco que hagamos para independizarnos, ya será un gran paso. Y poco a poco conseguiremos una mayor sostenibilidad personal. Porque cuanto menos dependamos del sistema establecido, menos vulnerables seremos a sus caprichos.

Por eso, en nuestro camino hacia la Soberanía Evolutiva, es recomendable realizar el camino de vuelta hacia las tradiciones ancestrales, aprendiendo del pasado, para crear nuestro futuro. Y desde nuestro presente, aquí va una propuesta de cómo comenzar. No es una lista exhaustiva, pero sí que nos puede acercar a desarrollar ciertas habilidades importantes que nos ayuden a transitar de ser meramente consumidoras a ser productoras:

♥ Aprende a cultivar: en la tierra, en macetas o simplemente haciendo brotar semillas en nuestras casas. Esto te ayudará a controlar la calidad nutricional de los productos que tú misma cultivas. Puede que algún día, esto te salve la vida.

♥ Aprende a cocinar: este es un arte olvidado para muchas personas, porque el ritmo de vida que llevamos nos empuja a comer fuera de casa o bien a encargar la comida a otros y que nos la lleven a casa. Pero si tienes ocasión, aprende a realizar guisos de cuchara y otras delicias. Aparte de lo saludables que serán, te aportarán una gran satisfacción y será una habilidad de por vida.

♥ Aprende a hacer pan de masa madre: uno de los mayores placeres culinarios es hacer tu propio pan de masa madre. Es mucho más digestivo y sus elementos nutricionales se absorben mucho mejor en nuestro organismo.

♥ Aprende a preservar alimentos: congela, deshidrata, fermenta, envasa. Esto te ayudará a crear una despensa sin aditivos y más natural que te permitirá guardar los alimentos durante largos periodos de tiempo.

♥ Aprende a hacer jabón y productos de limpieza: crear tu propio jabón y demás productos de limpieza, es una herramienta sencilla y muy útil para mantener tu cuerpo y hogar libre de tóxicos.

Y recuerda que consumir no es negativo, ya que es imposible que podamos ser autosuficientes en todo, pero sí que podemos ser autosuficientes en algo y producir más en vez de consumir tanto. Y eso nos liberará un poco más cada día, de depender exclusivamente del sistema establecido.

En Conciencia y Abundancia.

Carmen Paz